Prólogo (1)
Mi padre, desde que se jubiló hace ya diez años (cómo pasan las nubes…), tiene en mente hacer el Camino de Santiago. Quizás antes también, pero como trabajaba mucho, llegaba siempre tarde a casa y hablaba poco por el cansancio y porque no es muy cotorro (más bien todo lo contrario), nadie sabía de sus anhelos y deseos secretos.
De hecho, hubo momentos en que llegué a pensar que no tenía nada de eso en su gran cabeza, que allí dentro sólo le cabía frases del tipo “hay que currar”.
También creía yo que, una vez jubilado, no sabría qué hacer con su vida y que, ya poniéndonos trágicos, podría sucederle lo que a muchos, que al año de dejar de trabajar le daría algo y se lo llevaría la Remedios Amaya, la que maneja la parca.
Me equivoqué en todo, como siempre. Menos mal, y que dure.
Ignasi (le llamaré así a partir de ya) tiene 75 años.
Una tarde recibió la visita de mi hermano Bernat, que vive en La Seu d’Urgell. Hablando hablando (poco, todo hay que decirlo, Bernat también abre la boca sólo lo imprescindible) Ignasi le comentó su idea de irse de peregrinaje.
- Me gustaría hacerlo, antes de que sea demasiado tarde.
- Si, mucho vas a hacer tú - respondió Bernat -; tú mucho decir y luego nada de nada. Además, ¿qué se te ha perdido a ti en el camino de Santiago? ¿A tu edad te ha entrado la vena mística?
Ignasi sonrió.
- No, no. Sólo me gustaría hacerlo.
- Y, digo yo… Si quieres andar, ¿por qué no haces otra cosa? Podrías ir desde aquí hasta Tost. Son 200 km, tampoco está mal, … Yo te acompaño.
Ignasi vive desde hace 47 años en Premià de Dalt, en el Maresme, entre Mataró y Barcelona, pero nació en Tost, un pueblo deshabitado desde hace más de cincuenta años, situado en el Alt Urgell, cerca de La Seu d’Urgell y Andorra.
La propuesta le atrajo, cómo no. Él siempre se ha considerado un tío de montaña y arraigado a sus orígenes, a pesar de vivir al lado del mar la mayor parte de su vida.
- Pues no es mala idea, no…- respondió Ignasi, pensativo.
Al cabo de un par de semanas, llamó a su hijo Bernat.
- Oye, aquello que hablamos el otro día, ¿Lo hacemos o qué?
- Vale. Ya puedes ir entrenándote. Se lo diré al Llorenç, seguro que también se apunta.
- ¿El Llorenç? No sé, con lo disperso que es, igual te dice que si, luego no se acuerda y cuando llegue el día de partir no puede.
El Llorenç en cuestión es otro hijo de Ignasi. Concretamente, el que escribe todo este rollo.
Tost y la iglesia de Sant Martí.
4 comentaris:
¿Entonces? ¿Vas hacer el Camino de Tost con el Ignasi y el Bernat (espero no haber puesto mal los nombres)o no? Porque me has dejado en áscuas rey.
Yo hice el camino de Santiago hace un par de días, en avión y coche, pero menos da una piedra. Vi la fachada compostelana y me comí unas vieiras que es lo importante. Ah, bueno, y entré en la honorable catedral, claro.
La poca gente que había (es temporada baja y como acaba de estar un señor allí predicando, los de allí estaban un poco cansados de misticismos) hacía cola para abrazar una figura de madera pintada.
Le pregunté a unos chiquillos de azul y amarillo que había por allí repartiendo octavillas y me dijeron (no sin antes mirarme como al demonio) que era un tal Santiago.
Ah.
Pues eso, que me reído mucho con la ocurrencia de Ignasi y la alternativa de Bernat. Qué bien lo cuentas, jodío.
Petons.
Quiero que el Llorenc vaya a ese paseo y que luego vuelva aquí a contarlo.
Y me reitero en la acojonante calidad de las cosas blogueras.
Qué feliz estoy con mi lista de blogs y mis blogueros, ostia.
Quién necesita la mierda de las columnas y los artículos de opinión y la falsa inteligencia cuando puede uno saborear la frescura de este tipo de cosas familiares contadas con tanto arte.
Me ha encantado.
Un beso.
Ya veo que no te vas a poder negar y que de todo eso saldrá una aventurilla fascinante y contada como tú sabes, o sea, una pequeña joya.
Es cierto, todo es cierto, pero ya me he quedado encallao... Esperando a que mi cuñao y mi hermano me mandaran las fotos para ilustrar la historia, me he mustiado un poco, y ahora me cuesta retomarla.
Pero lo intentaré!!!
Coññño!! Que no se diga...
Publica un comentari a l'entrada