dimarts, 26 de gener del 2010

TEATRIFICACIÓN


Con el nuevo año, volvemos con la chorrada esa de las teatrificaciones. Perdón, beatificaciones. Quizás aquí, en Catalunya, creíamos que estas cosas no ocurrían (yo, sin ir más lejos), que estas anomalías de la evolución humana sólo tenían lugar en lugares lejanos y mesetarios, donde supuestamente, según dicen las estadísticas, existen más creyentes de eso a que le llaman Dios, o Yahveh, o Alá, qué más da.
(Vaya, me ha salido una rima sin querer. Bueno, pero me gusta más ésta: Yahvéh, Yaví, Yová, cada día te quiero má).
A pesar de que casi no hay ni Dios que acuda a misa (diría que hasta el Todopoderoso se escaquea de vez en cuando, y no me extraña nada), parece ser que aún quedan unos cuantos que persisten y perseveran en estas lides.
El pasado sábado, en Mataró, se celebró en la basílica de Santa María la beatificación del cura Josep Samsó, fusilado el 1 de septiembre de 1936, al inicio de la guerra civil. El solemne acto (el religioso, no el del fusilamiento) fue presidido por el arzobispo de Barcelona, Martínez Sistach, y por toda la plana mayor eclesiástica de por aquí. Cuanta sotana, ¿verdad? Extraño es que no se le ocurriera asistir a Rouco Varela, ni tampoco al señor Benito nosecuantos, aquél que vive en Roma a cuerpo de Dios (¿o era de rey?) y tiene pasado nazi.
No hacía falta, se hubiera liado la de Dios; ya es suficiente con las colas diarias para ir al Mataró Park* (algo que me resulta casi más difícil de entender que el mismísimo misterio de la Santísima Trinidad, que ya tiene tela). No por ello faltaron personajes distinguidos (ejem...): entre otros presentes, se encontraba Jordi Pujol, Manuela de Madre, Alicia Sánchez Camacho, Jorge Fernández Díaz... Ah, también asistió el Honorable President de la Generalitat señor José Montilla, que seguro que se lo pasó bomba, como siempre.
(Josep Miró i Ardèvol, el de EH, CRISTIANS! seguro que también estaba, aunque no tengo constancia e igual estoy errado, sin hache).
El que no apareció por la basílica fue Carod-Rovira, y por tanto, como es de rigor, han tardado en ir a por él, ya que parece ser que le corresponde la competencia en asuntos religiosos de la Generalitat. Tiene cojones la cosa: Carod, que se declara ateo, y le endiñan esto.
Bueno, la cuestión es que no asistió, y bien hecho que hizo. Todo el mundo hace algo como Dios manda de vez en cuando, incluso Carod-Rovira.
No entro en si Josep Lluís es el más adecuado para llevar los asuntos divinos de la Generalitat, como tampoco me meto en si Saura es el más indicado como conseller d’Interior, aunque todo parece indicar que no.
Ni lo uno ni lo otro.
Lo que me rebota es que deba existir un departamento dedicado a estas cuestiones. ¿Pero no habíamos quedado en que esto era un estado laico, según reza la obsoleta constitución española?¿Qué hacía allí Montilla?¿Estaba en representación del Govern? Si no fue así, cosa que dudo, y aunque tenga toda la pinta de capellán, si quería asistir al evento lo tenía que haber hecho a título personal y camuflado con túnica de monje, como Errol Flynn en “Robin de los bosques” cuando hace destronar a Claude Rains (Juan sin Tierra, el hermanastro de Ricardo Corazón de León, que le había usurpado el trono cuando éste cayó prisionero por ir a hacer el imbécil en las Cruzadas) en favor del legítimo rey.

Todo esto no deja de recordarme aquellas bellas palabras que pronunció hace unos días el recién nombrado supremo eclesiástico de Euskadi, un tal Munilla, el cual, con esa cara sospechosa de... (esto mejor me lo callo) que su Dios le ha dado, pronunció aquel sermón radiofónico diciendo cosas como “hay cosas peores que la desgracia de Haití, como la falta de espiritualidad que nos rodea actualmente”.
Impresionante. ¡Viva la Iglesia!
A mí no me hace ninguna falta ningún tipo de espiritualidad de las suyas (en todo caso, “esperit de vi”, alcohol en catalán), ni tampoco necesito santos ni demonios. Las personas son buenas, o no. Y, en la mayoría de los casos, ni lo uno ni lo otro.
Y si alguien quiere creer en todas esas teorías indemostrables y tener fe en algo que no existe, pues allá él, pero que deje tranquilos a los demás, que ya estoy hasta el moño de tanto sermón. Y no sólo religioso.
Suplico pues, hermanos, que dejéis pensar a la gente por sí misma, y que nos dejéis ir en paz a tomar por saco, si nos es menester.
Pesados, palizas, más que pesados...
Amén.

Pd: "Ya, pero es que todo este rollo da mucho dinero y más poder, y tío, es lo que hay, qué quieres que te diga"..., me responde una voz divina.

(Y sin querer me vuelve a salir una tonta rima. Inescrutables son los caminos de la escritura...).
*El Mataró Park es un centro comercial, claro.