dimecres, 22 d’octubre del 2008

HERMES


Hermes, según la mitología griega, es el dios de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos.
Pues sí que es dios de cosas, el tío...
También según la mitología griega, se ve que nació hijo de Zeus y de Maya, hija de Atlas, el que aguantaba el mundo a sus espaldas. Al cabo de un rato, saltó de la cuna y le robó unos cuantos bueyes a Apolo: queda claro que ya de pequeño tenía alma de chorizo. Luego se encontró una tortuga, la vació (dicen las malas lenguas que se preparó una sopa), y se le ocurrió inventarse la lira y el laúd. Es por ello que la tortuga laúd se llama así, no porque toque mientras nada por el océano. La cuerdas las fabricó con tripa de buey, de uno de los que robó anteriormente; la verdad, no creo que necesitara tantos animales para unas cuantas cuerdecillas.
Pero Hermes lo hacía todo a lo grande, según parece.
Apolo se enteró del robo cuando comprobó que le faltaba ganado (ya sabían contar, los dioses), y se fue a buscar al ladrón para cantarle las cuarenta, pero ya estaba llegando a la cueva (quizás vivía en Guadix) donde moraba Hermes cuando escuchó una música celestial y maravillosa. Apolo se quedó tan encantado con la melodía que se hizo amigo íntimo de Hermes, que era quien tocaba el instrumento de marras. Incluso le regaló unos bueyes, y de paso le enseñó el oficio de pastor, para que cuando fuera mayor tuviera una profesión decente, porque con la música, ya en esa época, no se comían garbanzos.
Cuentan las malas lenguas (católicas, seguramente) que intimaron carnalmente y todo, pero eso no era problema para los griegos, sólo hay que leer la Ilíada para observar que les daba lo mismo carne que pescado.
Pasaron los siglos, Hermes se cambió de bando y se pasó a a los romanos, poniéndose el nombre de Mercurio, nombre que se le ocurrió mientras se tomaba la temperatura, pues tenía fiebre ese preciso día, para mayúsculo disgusto de sus padres, Zeus y Maya.
Aunque, más tarde, su padre hizo lo propio y pasó a llamarse Júpiter...
Con la caída del Imperio Romano, se le perdió la pista, como a Adolf Eichmann.
Pues bien, al cabo de exactamente 1532 años, Hermes ha aparecido de nuevo, pero no en Guadix.
Y se ha instalado en mis labios.
Maldito hermes simple!!
De todas maneras, siempre es mejor que un hermes zoster, claro...