Joan es mi amigo. Tiene ochenta y cinco años, me lleva cuarenta. Le conocí hace quince años o más, cuando, ya jubilado, colaboraba como redactor y mente pensante en la agencia donde aún sigo trabajando.
Y sigue viniendo, pero ya sólo a desayunar y a leerse La Vanguardia, periódico burgués, de derechas, catalanista, católico, apostólico y romano. Como él, vaya.
(Esto de “romano” nunca lo he acabado de comprender: jamás le he visto vestido de centurión).
- Te caerá muy bien, ya verás-, dijo Jordi, mi amigo y jefe .
Tenía toda la razón. Joan es un gran lector, conversador, discutidor y poseedor de una vasta cultura general, pero no es nada pedante. Como a mí me gusta saber, y también discutir, congeniamos en seguida.
Durante muchos años he ido a su casa a comer, a hacer la sobremesa, a visitarle, a hacer unas partiditas de ajedrez (siempre me gana)... Otras veces, simplemente quedábamos en cualquier bar para tomarnos unas cervezas, o unos whiskies, y ya se sabe que el alcohol siempre es una buena excusa para tener una conversación interesante.
Claro que depende con quién.
Actualmente nos vemos menos, ya no voy tanto a su casa, entre que no tengo tiempo y que su ex-mujer… Bueno, eso no viene al caso, ahora, que me pongo malo.
El martes comí con él, después de bastante tiempo. Jordi también acudió.
Joan fumaba un paquete diario de Ducados, hasta que el año pasado pilló una neumonía, le ingresaron en el hospital unos días y aprovechó para dejarlo, después de toda una vida con humo. Pero lo que es beber, sigue bebiendo y sin problemas, aunque un poco menos.
Cuando llegué, tarde como siempre, ellos ya iban por el J&B (con tres cubitos, por favor, y en vaso de tubo). Pedí sólo un plato para poder incorporarme rápidamente a la tertulia.
- Con un arroz a la cubana ya hago, gracias. Y me quita el plátano.
- No, si plátano no ponemos.
- Mejor.
Y sigue viniendo, pero ya sólo a desayunar y a leerse La Vanguardia, periódico burgués, de derechas, catalanista, católico, apostólico y romano. Como él, vaya.
(Esto de “romano” nunca lo he acabado de comprender: jamás le he visto vestido de centurión).
- Te caerá muy bien, ya verás-, dijo Jordi, mi amigo y jefe .
Tenía toda la razón. Joan es un gran lector, conversador, discutidor y poseedor de una vasta cultura general, pero no es nada pedante. Como a mí me gusta saber, y también discutir, congeniamos en seguida.
Durante muchos años he ido a su casa a comer, a hacer la sobremesa, a visitarle, a hacer unas partiditas de ajedrez (siempre me gana)... Otras veces, simplemente quedábamos en cualquier bar para tomarnos unas cervezas, o unos whiskies, y ya se sabe que el alcohol siempre es una buena excusa para tener una conversación interesante.
Claro que depende con quién.
Actualmente nos vemos menos, ya no voy tanto a su casa, entre que no tengo tiempo y que su ex-mujer… Bueno, eso no viene al caso, ahora, que me pongo malo.
El martes comí con él, después de bastante tiempo. Jordi también acudió.
Joan fumaba un paquete diario de Ducados, hasta que el año pasado pilló una neumonía, le ingresaron en el hospital unos días y aprovechó para dejarlo, después de toda una vida con humo. Pero lo que es beber, sigue bebiendo y sin problemas, aunque un poco menos.
Cuando llegué, tarde como siempre, ellos ya iban por el J&B (con tres cubitos, por favor, y en vaso de tubo). Pedí sólo un plato para poder incorporarme rápidamente a la tertulia.
- Con un arroz a la cubana ya hago, gracias. Y me quita el plátano.
- No, si plátano no ponemos.
- Mejor.
Tiro recto que ya me voy por los cencerros de Úbeda.
En un momento de la conversación, le dije:
- Oye, Joan, cuando te cambies de coche me lo dices, ¿eh?, que me lo quedo.
Se lo había regalado mi hermana. Primero me lo ofreció a mí, pero como no lo necesitaba, se lo comentó a él: tenía un Opel Calibra del año de la picor que le daba muchos problemas, y le costaba mucho entrar en él. Más que sentarse, se acostaba al volante.
Así que aceptó la oferta. Un Astra familiar de color verde pino.
- Vale. Eso está hecho. Te lo dejo en herencia.
- Joan, no empecemos a decir tonterías.
- Tengo cáncer- dijo con toda tranquilidad, mientras meneaba los cubitos de su vaso de tubo.
Hacía un par de meses que me comentó que no se encontraba bien, y que le tenían que hacer unas pruebas.
- Bueno, tengo un tumor en el colon, me lo tienen que extraer. La semana que viene tengo hora con el anestesista: supongo que en tres semanas, más o menos, me operarán.
- Joder… Pero ya sabes si es bueno o malo?
- No, pero ya me preparo para lo peor. Total, ya tengo unos años y todo lo que sea de más pues bienvenido sea. Y si no, nada, se acabó y adiós muy buenas.
- Por favor, Joan, venga, no te pases, que aún tienes cuerda para rato- respondí, por decir algo.
- Mira, Llorenç- exclamó con voz firme -: no te voy a negar que tengo miedo, pero supongo que tengo fe… Aunque tengo mis dudas –y ya sé qué estás pensando- pero sí, tengo fe, o como lo quieras llamar, y creo que estoy preparado para lo que pueda venir.
He tenido una vida larga, he conocido a mucha gente, tengo una buena familia… Ejem, bueno, una parte de ella, la otra mejor dejarlo correr… Pero en general no me puedo quejar. Y sobretodo, os he conocido a vosotros. Sois mis amigos, unos amigos maravillosos, y estoy muy orgulloso y contento de ello.
Jordi y yo no sabíamos qué decir.
- Es así!! –“és així” es su muletilla favorita- ¡Ya me puedo morir tranquilo!-concluyó, dándole un último trago a su whisky en vaso de tubo. Con tres cubitos, por favor.
Me entró la congoja emotiva. Antes de la cosa pasara a mayores, le dije:
- Bueno, Joan, para ya. Cállate un rato, anda. ¿Quieres otro whisky?
- ¡Pues claro que si!-exclamó divertido.
Le operan el próximo martes.
8 comentaris:
Bueno, por lo menos tiene una postura de lo más digno ante el panorama que se le presenta. Si todos pudiésemos ver las cosas así de claras llegado el momento...
Pero, de momento, ojalá tarde el momento.
Una tierna historia y envidiable tu amistad con este hombre de letras (aunque sea de derechas, jeje).
Espero que siga dando guerra y que el cáncer ser vaya muy lejos. Mucho.
No soy la más indicada para animarte .
Mi abuela acaba de morir a los 86 años .
Adivina de qué.
...
En fin , cada caso es distinto, ojalá salga bien .
Así lo deseo.
Besos.
Le deseo buena suerte a tu amigo. Me gusta la gente que aparenta serenidad pero yo creo que en el fondo está acojonada, como lo estaríamos cualquiera. Pero esa serenidad, sobre todo delante de los amigos, es una fenomenal muestra de afecto.
Respondo a todos: muchísimas gracias por los ánimos y tal, pero no escribí esto como una necrológica. No es un post triste, ni mucho menos. Simplemente me emocionó su entereza y su sentido de la amistad: cuando sea mayor quiero ser como él (bueno,apostólico-romano-cristiano-burgués, como que no).
Y todo el mundo se va algún día. Es lo que hay: es como si a alguien no le gustara que saliera el sol. Pues hay que joderse, y tomárselo a bien, como en otras culturas no tan trágicas como la nuestra.
En resumen: sin vida no hay muerte, o sea que viva la vida.
¿O no?
Abrazos y besos múltiples a todos.
Coño, lo he dicho al revés, jaja: SIN MUERTE NO HAY VIDA.
Ara si.
Enfermar con elegancia, morir con algo de dignidad. A veces algunos nos dan lecciones.Porque a morir no nos enseña nadie.Aunque a vivir tampoco. Hace poco leí a alguien que decía que la muerte está tan segura de ganar, que nos da toda una vida de ventaja.
En fin...
Petons
En un universo donde todo pasa como un sueño, habria que sentir remordimientos de durar para siempre. Morir es compartir el destino de las flores, de los insectos y de los astros.
No lo dije yo, pero, a que es lindo,?no?
petons
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