dimarts, 24 de març del 2009

EL GALLINERO




Nunca había asistido, hasta el otro día, a una reunión de vecinos. Siempre me he escaqueado, con la peregrina excusa de que no me enterado de que se celebraba, o con otra, más peregrina aún, de que estoy muy ocupado, o que el trabajo no me lo permite.
No creo que vaya a ninguna más.
El bloque donde vivo es uno de los trece que se construyeron en el 64 para los pescadores que trabajaban en el puerto. Actualmente ya casi no queda nadie allí que ejerza esta actividad. Normal, porque es un trabajo durísimo y muy mal pagado.
Yo compré el piso hace ya unos años porque mi padre tenía unos dineros reservados para dar la entrada de una vivienda a cada hijo y lo aproveché: si no, de qué, moreno. En estas casas la gente ha ido haciendo y deshaciendo como le ha dado la gana, no se parecen en nada al proyecto original: balcones recubiertos con aluminio blanco, marcos de las ventanas azules, verdes, rojos, fucsias, malvas… toda la gama pantone en trece bloques.
En fin, visualmente, un desastre.
Al fin, después de llegar a un acuerdo la parte contratante de la otra que contrata contratando al contraataque (o algo así que decía Carlos Marx en “El Capital”), se decidió reformar la fachada de todo el conjunto de bloques.
Después de unas cuantas reuniones a las que no asistí, decidí presentarme a la última, más que nada para que no se diga (ya que pago…) y también para saber un poco del tema de primera mano, no por los comentarios de la vecina (que tampoco se entera mucho).

Lugar: antigua fábrica del licor Calisay, un edificio de 1896, de estilo neoclásicorománicogóticorenacentistapostyoquesé. Muy bonito, actualmente acondicionado para actividades que se celebren en el pueblo.
Hora: 20,30h.
Llegué allí puntualísimo, cosa extraña. La sala, magníficamente restaurada y habilitada, con un aforo de unas cien personas, no estaba ni medio llena. Me senté en una silla de la parte de atrás, sin nadie a mi lado. Tampoco conocía a nadie: no tengo apenas relación con los vecinos, de hecho he vivido poco tiempo en mi casa, sólo cuando me echaban de las otras.
Mi propiedad, más que mi casa.
La mayoría de los asistentes se habían colocado en la parte delantera. Los más guerreros, como pude comprobar más adelante.
En la tribuna estaban ya los ponentes de la reunión, a saber: el arquitecto encargado del proyecto, el representante de la gestoría, y dos o tres personas más haciendo el paripé detrás de la mesa, como para hacer bulto, impecablemente trajeados, aunque con trajes más baratos de los que usa uno de más al sur que también preside cosas.

Después de estar peleándose con un ordenador un ratito, empezó la reunión. El de la gestoría empezó presentando a las fuerzas vivas, y luego cedió la palabra al arquitecto. Éste, con ademanes de profesor de vuelta de todo (con las gafas en la mano, mordiendo las varillas), dijo que aquella era una reunión muy importante, puesto que las obras debían terminarse sí o sí en octubre, ya que si no se cumplían los plazos la Generalitat no pagaría las subvenciones que nos había concedido, y eso sería un problemón para todos. Quedaban aún problemas muy importantes que resolver y había que ponerse de acuerdo.
La primera cuestión y, según el arquitecto, la más importante, era la relativa al cubrimiento de los balcones. Anteriormente se decidió taparlos (yo no estaba de acuerdo, pero como no estuve presente en la reunión en la que se concretó este tema, pues a callar), pero sobre el color no se llegó a ningún acuerdo.
El color. La madre del cordero.
Fue entonces cuando el gallinero se empezó a alborotar. El arquitecto condescendiente había colocado en un balcón una estructura de aluminio a modo de muestra, para que los vecinos viéramos cómo podía quedar la cosa. Escogió el azul, más que nada porque era el color originario de las ventanas y persianas de todos los bloques. Blanco y azul.
Una señora de la primera fila, la señora Pepi, se levantó airada:
- ¿Azul? ¿Porqué de azul? ¿Y tú quién eres para decirnos de qué color tiene que ser?
¡Eso lo tenemos que decidir nosotros!¿Quién te has creído que eres?
El arquitecto, amablemente, intentó explicarle que él no tenía un interés especial en el azul, pero que, para no tocar nada, pensó en respetar el modelo original, tal como era hace cuarenta y cinco años. Además, explicó, como los edificios lindan con el cementerio de Sinera (Arenys al revés, donde está enterrado Salvador Espriu) y es patrimonio artístico, están afectados por éste, así que no se podía poner cualquier color, ya que el proyecto final debía ser aprobado por la Generalitat.
Y sobretodo, no podía ser blanco.
Ahí ya se lió la troca.
Se levantó un señor jubilado que estaba cerca de mí, blandiendo unos papeles que de lejos parecían informes de algo, se dirigió a la tribuna y le dijo cuatro palabras que no oímos los demás, entre otras cosas porque cada uno gritaba por su cuenta, apoyando las tesis de la señora Pepi, que quería los balcones de color blanco. El blanco era mayoría., según parecía.
El hombre de los papeles se volvió a sentar, airado. El arquitecto insistió que cualquier color en principio era válido, menos el blanco. El público gritaba. Una chica joven, de veintipocos años que vive en el bloque que da a la parte de atrás del mío berreaba como una posesa:
- ¿Pero tú qué te has pensao? ¡Esto lo pagamos nosotros y lo queremos blanco! ¡El azul ese es muy maquinero!
Me hizo gracia el comentario, allí la única maquinera era ella (iba con chándal de color blanco y fucsia). Saltó otro de la fila delantera:
- ¿Cómo es que no hay ningún representante del ayuntamiento? ¡Me parece una soberana vergüenza! ¡Sólo vienen a hacerse la foto!
El tono iba aumentando, y yo, aunque me divertía, ya me estaba hartando de perder el tiempo.
A mí ya me parecía bien, el azul.
Habló como pudo de nuevo el arquitecto, después de que el hombre de la gestoría intentara poner orden:
- Vamos a ver, les recuerdo a todos que el motivo de la reunión no es la elección del color, sino que esto sólo es un apartado más, y les aseguro que no es el más importante, ni mucho menos. ¿Que no quieren el azul? De acuerdo, díganme otro color, a mí me da lo mismo. Cualquier otro, menos el blanco.
Volvió a vociferar el gallinero.
De la parte de atrás saltó otro jubilado de la silla. Éste gritaba más que nadie:
- Pero vamo a ver, ¡y porqué no puede ser azul si ha sío asín toda la vida? A mí me gusta asín, y ya que me han puesto el balcón en azul (su piso era el de la muestra) no me la quita nadie! ¡ A ver quién tiene huevos de quitarla! Porque ya estoy hasta los huevos de tener toda la casa llena de polvo, y a más a más, a este paso no vamos a acabar nunca, cojone!!
No era el tono adecuado, pensé, pero para mí tenía toda la razón del mundo.
El gallinero se volvió hacia él, increpándole (me ahorro los comentarios). Uno de los motivos por los cuales los defensores del blanco no querían el azul era porque se ensuciaba más. Por pura lógica, es mentira.
Volvió a terciar el arquitecto:
- De acuerdo. ¿Cuántos eligen el color azul? Que levanten la mano.
Tres o cuatro brazos señalaron al cielo, entre ellos el mío. Qué fracaso.
-¿Lo ves, lo ves?- gritó escandalizada la señora Pepi, dirigiéndose al arquitecto;- ¡nos has querido imponer el azul!
Entonces volvió a tomar la palabra el listo de los papeles, levantándose de su silla:
- Yo he trabajado toda mi vida con pinturas y metales, y sé de buena tinta que el azul con el tiempo se va a descolorar y quedará fatal. Parece mentira que un arquitecto como usted no sepa estas cosas, eso en mis tiempos no pasaba. ¡Y dicen que estamos en democracia, pero esto me recuerda a los tiempos de la Falange, intentándonos imponer un color que nadie quiere¡ ¡Al menos, antes uno sabía a qué atenerse, pero ahora…!
Yo flipaba con la arenga del tipo ese.
- Perdone, pero eso que dice del color es mentira, y perdone que se lo diga. Antes quizás sí, pero las pinturas actuales no sufren ese problema-, le cortó el arquitecto.
Otro vecino le dio la razón:
- Yo trabajo también en pinturas y, aunque tampoco me guste el azul, no descolora, qué va.
Saltó de nuevo la señora Pepi:
- ¡Pero bueno! ¿Y porqué no puede ser blanco?
El arquitecto estaba ya un poco negro.
- Señora Pepi, ya he dicho que es imposible que sea blanco. Patrimonio nos tumbaría el proyecto segurísimo, y además yo me niego a defenderlo, no puedo. No puedo defender algo en lo que no estoy en absoluto de acuerdo, por muchas razones.
- Entonces, ¿qué coño hace usted aquí si no es para defender nuestros intereses?
Y todo el gallinero se puso de parte de la señora Pepi. Ésta se volvió hacia el respetable:
- ¡¡A ver, que levanten la mano los que quieren blanco!!
Unos veinte brazos se alzaron.
- Miren, si quieren dimito, no pasa nada. Si yo soy el problema, me voy y punto-, respondió, hastiado, el arquitecto.
El representante de la gestoría intercedió y recordó que no estaban ahí para echar a nadie, que el tiempo se nos echaba encima, que había que decidir el color que fuera, que llevábamos dos horas discutiendo sin llegar a ningún acuerdo y que aún faltaba hablar de temas mucho más importantes que el color de los balcones.
Tenía toda la razón, el hombre.
En ese momento, el hombre partidario del color azul se levantó, pegó un grito diciendo que estaba harto de tanta monserga y se largó escupiendo improperios.
Este sí que sabe, pensé.
Yo también empezaba a estar hasta los mismísimos de estar allí con tanto griterío (con lo poco que me gusta), perdiendo el tiempo y sin decidir nada en concreto.
Entonces el arquitecto sacó una gama de colores y lo mostró a la peña.
- Hala, elijan el que más les guste, pero pónganse de acuerdo, por favor.
Uno por uno fueron mirando los colores a elegir, pero sin bajar el tono de voz, todo lo contrario. Antes que me llegara el turno de elegir mi opción, escuché que la opción que estaba siendo mayoritaria era el color dorado.
¿Dorado? ¿Color dorado? Me levanté al momento y me largué con viento fresco, no sin antes levantar la mano y decir:
- ¡Pues yo voto azul!

Al día siguiente me topé con mi vecina en las escaleras. Me contó que la reunión acabó casi a las doce.



Y que la gente eligió un gris. Un gris.






Estoy convencido que, si el arquitecto hubiera escogido, en un principio, ese color, hubiera salido el azul.
Así semos.

11 comentaris:

Anònim ha dit...

Sinceramente creo que os faltaba, al menos, una persona más, el moderador.Y si me apuras te diré que una urna hubiera solucionado el griterío. Pero bueno, estas reuniones, ya se sabe, son más para que la gente grite y se desfogue del coñazo del polvo, los paletas y la red que cubre el magnífico paisaje que te regalaron con la compra del piso, que no para decidir el puto color, que al final es GRIS, porque blanco no podía ser y negro es un coñazo para limpiar.
Estoy de acuerdo contigo con el azul, tengo la gran suerte de despertarme con ese color pegado a las paredes que me recuerdan lo bien que se duerme con la conciencia tranquila(aunque el madrugón me pese).
Felicidades por el blog, cotidiano y completito.
¿Para cuando nos cuentas una de indios y de vaqueros?

Anònim ha dit...

Esos gallineros son realmente
divertidos o totalmente,
desquiciantes.
Mientras más gritan, no es para
convencer, sino para oirse.
Total, para llegar a aquello que
decimos acá, en mi tierra:
ni chicha, ni limonada: gris.
Vaya, por Dios, que sí le
tiraron blanco al azul, hasta desvanecerlo!
Yo sí he disfrutado de lo lindo
con ese desfile de personajes
variopintos. Me encanta tu forma
de narrar, que te lleva de la
mano sin perder, ni el hilo,
ni el saboreo del relato.
Y, como soy nueva por estos pagos,
quise leer más cosas tuyas, así
que empecé a buscar entradas
antiguas. Eres un caso! Allí
supe que no hablabas el "verdulés",
algo que me preocupó, de un par
de cotorras cejijuntas de no
recuerdo cuál Cuenca, de tu casi
encuentro con Woody Allen para
hacer una peli, and so on and so
on, como dirían los gringuitos,
en fin, que tu imaginación no
tiene límites. Qué gozada!!!
Te pareces a Miguel, que llevan
el humor como otra piel.
Un abrazo cordialísimo
BB

Anònim ha dit...

Es por eso que a veces tengo serias crisis con respecto a la raza humana .
A veces me pregunto si de verdad sería tan altruista como me gusta pensar que soy de tener que convivir con peña , así a lo bestia, en situaciones límite, que no es el caso de una reunión de vecinos, pero te da una idea.
Es como cuando idealizas a los pobres , por ser humanos, olvidadndo que los humanos siempre son lo mismo, y con la pobreza y / o la incultura se subrayan las mezquindades habituales, porque aquello que decía Rousseau todavía está por demostrar .
No sé, Strongboli, yo creo que aguantaste mucho allí sentado.
Enhorabuena .
Y lo siento por el gris .
El azul era mejor, dónde va a parar.

Miguel Baquero ha dit...

Ay, madre, las reuniones de vecinos... Yo he sido presidente de una comunidad de 140 vecinos en la época en que nos tocó elegir el color de los toldos, dónde poner los aires acondicionados y qué plantar en el jardín. Estoy con Reyes en que las comunidades te hacen un poco bastante misántropo.

A raíz de entonces tengo un nuevo concepto de la existencia del ser humano. Para mí, el ser humano nace, crece, se reproduce, le toca presidir la comunidad, y muere

Anònim ha dit...

Miguel: Me encantó esa frase:
le toca presidir la comunidad
y muere...
BB

Araceli Esteves ha dit...

Com es posible que ens posem d´acord en coses fonamentals per el planeta, si en un tema aparentment tan futil com el color de la façana es monta tal guirigai?
Per altre banda, en aquesta defensa tan furibunda d´un color, s´amaga potser una necesitat d´algunes persones
de sentirse importants. Sempre podràn dir a les amistats: menos mal que estaba yo en la reunión, que si no, nos pintan la fachada a topos rosas.
He disfrutat llegin-te, com sempre.Un petó

Anònim ha dit...

Manu, Araceli, qué lindo me parece
el catalán y hago mis esfuerzos
para entenderos. Por lo pronto,
petons!!!
BB

Anònim ha dit...

Manu, Araceli, qué lindo me parece
el catalán y hago mis esfuerzos
para entenderos. Por lo pronto,
petons!!!
BB

Anònim ha dit...

Una repetición, mal repetida,
diría mi padre...
BB

strongboli ha dit...

Anónimo, el moderador era el de la gestoría. Lo de los indios y vaqueros me lo apunto. Está hecho.
(Cómo sabes que tengo una vista preciosa?)
Gracias, BB, se hace lo que se puede. hay que intentar divertirse.
M'encanta que t'agradi el català. Petons. (Quién es Manu?)
REYES, fui porque no había ido nunca a ninguna, básicamente. Y hay que probarlo todo en esta vida (bueno, casi todo). Aguanté sentado porque estaba cansado, jaja.
Petonss.
Jajaja, MIGUEL, tienes razón. Yo de momento me he escaqueado de presidir nada.
Salut.
ELPA, hi ha molta gent que no té feina, com pots comprovar. Gràcies.
Petons.

Juan Miranda ha dit...

Autentico, de guión de la cubana.