dilluns, 12 de novembre del 2007

CARTA A UN JOVEN ESPAÑOL

Queridísimo Ceferino:
He releído más de cincuenta veces tu carta, y una y otra vez he debido rendirme a mis impulsos más primarios y libidinosos, hasta llegar irremediablemente al éxtasis más profundo.
Llevo cincuenta y extraño es que no haya ídoseme la cuenta.
Esta situación resolverse debe con la mayor celeridad posible en aras de nuestra salud, caballo mío. Mi ansia es tal que no se detendrá hasta que tres semanas enteras cabalguemos juntos, sinténdome ensartada por tu trabuco ardoroso.
Es tal mi desesperación que si, llevado por tu ímpetu animal, llegara tu ariete a reventarme los cuencos de los ojos, mi dicha sería igual de placentera, y no me importaría en absoluto pasar a formar parte del mundo de las tinieblas, siempre que tu poderoso cilindro me engatillara igualmente cuantos turnos fueran posibles.
Ansiosa y chorreante te esperaré con todo abierto, incluso la ventana, mañana al anochecer, veinte minutos después de que háyase puesto el sol.
Y, sobretodo, no te olvides, mi macho español, acudir a la cita acompañado de nuestra amada bandera rojigualda, para envolvernos en ella mientras fornicamos salvajemente, como buenos católicos que somos.
Y que lleve el águila de San Juan, pues eso ya me desata del todo.

Tuya que jadea,

María José Aznar, doncella del Reino de España.